Dejar ir para atraer: La mentira tras el mito
Querer no es una debilidad, es un puto fuego que la gente teme y por eso lo apagan lo antes posible, en cualquiera que lo tenga.
Ellos dicen que lo que es tuyo, te alcanza siempre. Yo no creo en eso, no creo que nada sea nuestro, lo que sea que queramos, se trata de ir a por ello, buscarlo, pelearlo y arrebatarlo, hasta obtenerlo.
La vida no es un teatro, uno no finge desinterés, uno no camina sus días bajo una máscara, solo porque se crea estar más seguro de esa forma. Lo entiendo, entiendo que pueda parecer mejor deshacerse del interés, del deseo, de la pasión, del faro encendido de una nueva idea, de un objeto, una meta o un hábito, una vida. Pero nos engañan a todos, nos mienten y nos dan esas bolsas para ponernos sobre el rostro, pero no tenemos que hacerlo, no tenes que hacerlo, que avergonzarte de lo que deseas fervientemente y te da vida, y razón para vivirla. No tenes que matarte ni a tu corazón ni a tu emoción.
Esconderlo no lo desaparece, solo nos hace deshonestos con nosotros mismos, desleales a nuestra pasión, ¿por qué tendríamos que hacerlo bajo la creencia de que es esa la forma de obtenerlo? ¿Cual es el sentido bajo esa forma de pensar? Porque no lo veo, solo se siente el miedo al que no deberías temer. Hacer, mover, planear y no dejar de moverse por lo que se quiere, aun si sale mal, aun si sale mal dos o tres o cuatro o cincuenta veces, y seguir, de eso se trata. Para eso estamos aquí, por eso peleamos, por eso uno va contra corriente, porque hay una meta que alcanzar, sean quienes sean los que te rodean, lo entiendan o no lo entiendan.
Querer no es una debilidad, es un puto fuego que la gente teme y por eso lo apagan lo antes posible en cualquiera que lo tenga, porque después se vuelve demasiado grande e intolerable, se vuelve amenazante, por eso quieren vendernos la idea de que hay algo mágico en la psicología inversa aplicada al universo y la naturaleza, no es así como funciona. Esta en nosotros, está en nuestro deseo, está en el fuego que dejamos de apagar, al que alimentamos y va creciendo hasta que se funde con nosotros y nos conforma. Eso es querer bien, no ocultar intensiones ni esperar que dar menos genere más, es perdernos a nosotros mismos en el camino del fuego, es darnos por completo a lo que sea que persigamos, con orgullo y conciencia.
La frustración aparece en algún punto, quizás reine por un tiempo, algunos meses o incluso años, pero no se pierde el fuego. No se pierde el deseo, solo se ganan ideas hermosas y todas forman lo que somos y lo que damos al mundo, y lo que hacemos con ellas es lo que importa, no negarlo, no esconderlo. Portarlo con el derecho a ser íntegros, que todos tenemos.
Muchas veces lo que nos rodea busca apagar justamente lo que nos hace únicos y vivos. Y negarlo no es protección: es traición.
Se trata de lo jodidamente cansado que es ocultarlo todo. Hay personas que pueden guardarse, pero no todos son así. Y siento que toda la vida, por una u otra razón, he apagado todo en mí. Y es como si apenas pudiese encender una parte. Y de repente me voy dando cuenta de la fuerza que tiene.
Y mi mamá me dice, no escribas primero y la amo, pero su consejo solo me aleja de mi misma y lo que quiero. Y mi amiga me dice de no enviar esa solicitud, y la adoro, pero como le explico que no quiero encajar en esa idea de que las mujeres no deberían hacer nada por lo que desean. Y luego tengo esta meta, y alguien me dice que debería dejarlo ir para que simplemente se de, naturalmente. Y les digo que quiero algo, y me dicen, el tiempo va a darlo. Y extraño a alguien y pienso en hablar, en decir que no quiero estar separados, pero hay alguien mas diciendo que si es para mi, el va a volver. Y ninguno entiende el fuego que tengo y como es que la consecuencia de no sacarlo solo me consume por dentro.
No me interesa el desinterés, no me importa si soy mujer y él es hombre. Me importa tener un hambre visceral por la verdad, de conocer, de escuchar, de ir hasta la raíz. No quiero esperar a que una persona haga algo, quiero hacerlo yo. Quiero ir yo. No quiero que me digan que hay que esperar, que lo que es de uno solo llega, no, yo quiero ir a buscarlo. Yo quiero hacerlo. Yo quiero perderme de toda esa idea que la gente dice sobre lo que se tiene que hacer o cómo uno tiene que vivir la vida. Y me da miedo, porque la gente a veces te aconseja como si el terror que te puedan causar es lo mejor que pueden hacer por vos.
Pero, ¿sabes cual es la verdad? La verdad es que hay un corazón que palpita. Hay un corazón que palpita y que responde. Y que parece dormido la mayoría del tiempo, pero que responde. Cuando yo doy un paso, dos, tres, cuatro, no importa si no terminen nada.
Veo cómo viven sus vidas estas personas que me han hablado sobre no escribir primero, sobre no pedir lo que quiero. Es fácil saber que no es lo que deseo para mi vida, no quiero esas reglas arruinándolo todo. No quiero desinterés. Quiero darlo todo a quien quiera recibirlo.
No quiero ocultar mi atracción. No quiero ocultar mi ambición. No quiero ocultar mi anhelo. No quiero ocultar mi pasión. No quiero ocultar mis sentimientos.
Eso pasa.
Se levantan tantos, diciendo que hay que apagarse, que hay que negarse a uno mismo y a lo que nos hace humanos, para que algo no ganado, llegue. No deberías dejarlo ir, tendrías que tomarlo con uñas y dientes y luchar por ello hasta tenerlo. Eso es querer. Eso es desear. Eso es tener fuego. Eso es lo que las personas necesitan. No desinterés. No contención. No más ocultarse y negarse como parte de una táctica hipócrita. Porque vivir fingiendo que no te importa es el verdadero desperdicio, porque no se trata de eso. No deberías querer que trate de eso.
Y yo me niego a creer que sea esa la forma en que tengo que vivir para poder conseguir algo.